Pensé que estaba todo bien, normal, controlado.
Hoy desperté y me di cuenta que mi vida volvió a sumirse en la oscuridad.
Me siento ingenua.
por qué siempre pienso que todo se ajustará? por que siquiera pienso que tengo chance de alcanzar un poco de felicidad? Cómo puedo tener tanta esperanza. Cómo puedo ser tan crédula.
A pesar de que lucho día a día para esconder mi inestabilidad, mi mente se encarga de mostrarmela de las peores formas. No tengo escapatoria. No hay salida en el laberinto infinito de mi alma.
Culpo a la vida de este vacío insondable. Culpo a mi mala estrella de posicionarme en este desvarío.
Siento que ya no puedo mas. He luchado meses y ya no tengo fuerzas para seguir fingiendo sonrisas cuando lo único que quiero es deshacerme de esta pobre existencia y caer el el dulce sopor de la inconsciencia.
Me está costando vivir.
No quiero pelear contra lo que siento. No quiero seguir levantándome. El vacío en el que estoy apenas mojándome los dedos me llama, dulce, dulcemente me invita a sumergirme en el, a dejar todo y perderme en su profundidad. Cuanto quisiera abandonarme en sus brazos, sentir el frío que me congela desde dentro ya no como un aviso de soledad sino como un estado permanente.
Quiero rendirme ante El reino de la angustia. Se que ahí encontraré mi lugar. Es ahí donde se moverme con facilidad, si conozco cada calle, cada casa, cada camino.
He de volver ahí. Hasta que pase el invierno.
Hoy desperté y me di cuenta que mi vida volvió a sumirse en la oscuridad.
Me siento ingenua.
por qué siempre pienso que todo se ajustará? por que siquiera pienso que tengo chance de alcanzar un poco de felicidad? Cómo puedo tener tanta esperanza. Cómo puedo ser tan crédula.
A pesar de que lucho día a día para esconder mi inestabilidad, mi mente se encarga de mostrarmela de las peores formas. No tengo escapatoria. No hay salida en el laberinto infinito de mi alma.
Culpo a la vida de este vacío insondable. Culpo a mi mala estrella de posicionarme en este desvarío.
Siento que ya no puedo mas. He luchado meses y ya no tengo fuerzas para seguir fingiendo sonrisas cuando lo único que quiero es deshacerme de esta pobre existencia y caer el el dulce sopor de la inconsciencia.
Me está costando vivir.
No quiero pelear contra lo que siento. No quiero seguir levantándome. El vacío en el que estoy apenas mojándome los dedos me llama, dulce, dulcemente me invita a sumergirme en el, a dejar todo y perderme en su profundidad. Cuanto quisiera abandonarme en sus brazos, sentir el frío que me congela desde dentro ya no como un aviso de soledad sino como un estado permanente.
Quiero rendirme ante El reino de la angustia. Se que ahí encontraré mi lugar. Es ahí donde se moverme con facilidad, si conozco cada calle, cada casa, cada camino.
He de volver ahí. Hasta que pase el invierno.
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